miércoles, 15 de agosto de 2012

MUNDO MUNDILLO

Tenía en mi pupitre desde niño
colocada una esfera de madera;
la consagraba mi mayor cariño,
y, gracias a la esfera,
manejaba a mi ley la tierra entera.
Hice largos viajes,
tocando con el dedo los parajes
en la esfera marcados;
y de los pueblos más civilizados

pasaba a los antípodas salvajes.
A veces hecho un bobo,
dije: ¡Soy Dios de este pequeño globo!
Después reflexioné meditabundo,
que toda aspiración es sueño vano:
si Dios, cual yo la esfera, coge al mundo,
y lo pone en la palma de la mano,
el mundo es más pequeño que un gusano.
Un día que pasé la noche entera
trabaja que trabaja,
en estas reflexiones de chiquillo,
arranqué A París con la navaja,
y me metí a  París en un bolsillo.
otra noche también, llamando al sueño,
di vueltas a la imagen de la tierra.
La mirada  fijé sobre  Inglaterra,
y dije viendo a Londres: ¡Qué pequeño!!!
y tomándolo a broma,
levantaba la esfera con la mano
y me iba conveciendo de este axioma:
¡El mundo es más pequeño que un gusano!
Cansado de jugar de esta manera,
harto de recorrer la tierra entera
y terco en someterla a mi albedrío,
un día la empuñé con mucho brío,
dije: ¡ECCO IL MONDO! Y destrocé la esfera.

Y si yo fuera Dios y el mundo fuera
la esfera de madera,
¡Mi palabra de honor, que la rompiera!
Rubén Darío

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