domingo, 19 de agosto de 2012

Anecdotas de Diógenes el Cínico.




 Filósofo griego, discípulo de Antístenes, fundador de la  cínica (cínicos); llevó las concepciones de su maestro hasta las consecuencias más extremas. Como Antístenes, reconocía sólo lo singular y criticaba la doctrina de Platón sobre las ideas como esencias generales. Rechazaba todos los progresos de la civilización y exhortaba a limitar la satisfacción de las necesidades a las indispensables y de carácter animal. Rechazó también el politeísmo con todos los cultos religiosos, por considerarlos instituciones puramente humanas y superfluas. Diógenes criticaba las diferencias de clase, predicaba el ascetismo. La tradición le ha atribuido osadía e independencia ante los poderosos, desdén por las normas de conducta social; según lo que de él se ha contado, vivía en un tonel. Es poco probable, sin embargo, que su imagen de cínico sin rebozo, en extremo pintoresca, corresponda plenamente a la realidad, pues son contradictorios los datos que sobre este particular se poseen. 

La crítica a la religión y la superstición 

“Viendo en cierta ocasión cómo los sacerdotes custodios del templo conducían a  que había robado una vasija perteneciente al tesoro del templo, comentó: «Los ladrones grandes llevan preso al pequeño.»” 

“Cierto día observó a una mujer postrada ante los dioses en actitud ridícula y, queriendo liberarla de su superstición, se le acercó y, de acuerdo con la narración de Zoilo de Perga, le dijo: « ¿No temes, buena mujer, que el dios esté detrás de ti (pues todo está lleno de su presencia) y tu postura resulte entonces irreverente? »” 

“A los que se inquietaban por sus sueños, les censuraba que descuidaran lo que hacían despiertos y se preocuparan en cambio tanto de lo que imaginaban dormidos.” 

“Alguien muy supersticioso le amenazó: « De un solo puñetazo te romperé la cara »”; Diógenes replicó: « Y yo, de un solo estornudo a tu izquierda te haré temblar »”. 

“Al ser iniciado en los misterios órficos, como el sacerdote aseguraba que a los admitidos en los ritos les esperaban innumerables bienes en el Hades, le replicó: « ¿Por qué, entonces, no te suicidas? »” 

“A quien le decía que la vida era un mal, lo corrigió: « No la vida, sino la mala vida »” 

Desprecio de las convenciones sociales y de todas las diferencias que se fundan en ellas 

“Solía hacerlo todo en público, las obras de Deméter y las de Afrodita. Y lo justificaba argumentando que si comer no es un absurdo, no es absurdo hacerlo en la plaza pública; y como resulta que comer es natural, también lo es hacerlo en la plaza pública. Se masturbaba en público y lamentaba que no fuera tan sencillo verse libre de la otra comezón del hambre frotándose las tripas.” 

“Habiéndole uno invitado a entrar en su lujosa mansión, le advirtió que no escupiese en ella, tras lo cual Diógenes arrancó una buena flema y la escupió a la cara del dueño, para decirle después que no le había sido posible hallar lugar más inmundo en toda la casa” 

“Solía decir, como sabemos por Hecatón en sus Sentencias, que es preferible la compañía de los cuervos a la de los aduladores, pues aquéllos devoran a los muertos; éstos, a los vivos.” 

“Afirmaba también que las cosas de mucho valor tenían muy poco precio, y a la inversa: una estatua llega a alcanzar los tres mil dracmas mientras que un quénice de harina se vende a dos ochavos” 


La búsqueda de la felicidad y la vuelta a la naturaleza 

“Relata Teofrastro en su Megárico que, observando en cierta ocasión a un ratón que correteaba sin rumbo fijo, sin buscar lecho para dormir, sin temor a la noche, sin preocuparse de nada de lo que los humanos consideran provechoso, descubrió el modo de adaptarse a las circunstancias. Fue el primero, dicen algunos, que dobló su manto al verse obligado a dormir sobre él; que llevó alforjas para poner en ellas sus provisiones, y que hacía en cualquier lugar cualquier cosa, ya fuese comer, dormir o conversar. Así solía decir, señalando al pórtico de Zeus y al Pompeyon, que los atenienses le habían provisto delegares para vivir. 
Bastón, al principio, no lo usó sino estando enfermo. Pero posteriormente lo llevaba a todas partes, no sólo por la ciudad, sino también por los caminos, juntamente con la alforja. Así lo atestigua Olimpiodoro, magistrado de Atenas y Polieucto, el orador, y Lisanias, el hijo de Escrión. 
Encargó a uno que le buscase una choza donde vivir, pero como éste se demorara, se alojó en un barril del Metrón, según él mismo narra en sus Cartas. En verano se revolcaba en la arena ardiente y en el invierno abrazaba las estatuas cubiertas de nieve, ejercitándose ante todo tipo de adversidades” 

Observando cierta vez un niño que bebía con las manos, arrojó el cuenco que llevaba en la alforja, diciendo: « Un niño me superó en sencillez.» Asimismo se deshizo de su escudilla cuando vio que otro niño, al que le se había roto el plato, recogía sus lentejas en la cavidad de un pedazo de pan” 


Proclamaba que los dioses habían otorgado a los hombres una vida fácil, pero que éstos lo habían olvidado en su búsqueda de exquisiteces, afeites, etc. Por eso, a uno que estaba siendo calzado por su criado, le dijo:«No serás enteramente feliz hasta que tu criado te suene también las narices, lo que ocurrirá cuando hayas olvidado el uso de tus manos». 

A los que le aconsejaban salir en persecución de su esclavo fugitivo, les replicó: “Sería absurdo que Manes pudiera vivir sin Diógenes y Diógenes, en cambio, no pudiese vivir sin Manes”. 


La sabiduría y la filosofía


“A uno que le reprochó: «Te dedicas a la filosofía y nada sabes», le respondió: «Aspiro a saber, y eso es justamente la filosofía.»” 

Preguntado acerca de qué beneficio había obtenido de la filosofía, contestó: «Como mínimo, estar preparado para cualquier contingencia.» Preguntándole uno de dónde era, respondió: «Ciudadano del mundo.»” 

“A uno que le manifestó el deseo de filosofar junto a él, Diógenes le entregó un atún y le ordenó seguirle. Aquél, avergonzado de llevarlo, se deshizo del atún y se alejó. Diógenes se encontró con él al cabo de un tiempo y, riéndose, exclamó: «Un atún ha echado a perder nuestra amistad. »” 

La filosofía como provocación 

“Se acercó a Anaxímenes, el orador, que era extremadamente obeso, y le propuso: «Concede a nosotros, mendigos, parte de tu estómago; nosotros saldremos ganando y para ti será un gran alivio.» Cuando el mismo orador peroraba, Diógenes distrajo a su audiencia esgrimiendo un pescado. Irritado aquél, Diógenes concluyó: «Un pescado de un óbolo desbarató el discurso de Anaxímenes».” 

“Se comportaba de modo terriblemente mordaz: echaba pestes de la escuela de Euclides, llamaba a los diálogos platónicos pérdidas de tiempo; a los juegos atléticos dionisíacos, gran espectáculo para estúpidos; a los líderes políticos, esclavos del populacho. Solía también decir que, cuando observaba a los pilotos, a los médicos y a los filósofos, debía admitir que el hombre era el más inteligente de los animales; pero que, cuando veía a intérpretes de sueños, adivinos y a la muchedumbre que les hacía caso, o a los codiciosos de fama y dinero, pensaba que no había ser viviente más necio que el hombre. Repetía de continuo que hay que tener cordura para vivir o cuerda para ahorcarse” 

“Cierta vez que nadie prestaba atención a una grave disertación suya, se puso a hacer trinos. Como la gente se arremolinara en torno a él, les reprochó el que se precipitaran a oír sandeces y, en cambio, tardaran tanto en acudir cuando el tema era serio. Decía que los hombres competían en cocearse mejor y cavar mejor las zanjas, pero no en ser mejores. Se extrañaba asimismo de que los gramáticos se ocuparan con tanto celo de los males de Ulises, despreocupándose de los suyos propios; de que los músicos afinaran las cuerdas de sus liras, mientras descuidaban la armonía de sus disposiciones anímicas; o de que los matemáticos se dieran a observar el sol y laguna, pero se despreocuparan de los asuntos de aquí; de que los oradores elogiaran la justicia, pero no la practicaran nunca; o de que, por último, los codiciosos echasen pestes del dinero, a la vez que lo amaban sin medida. Reprochaba asimismo a los que elogiaban a los virtuosos por su desprecio del dinero, pero envidiaban a los ricos. Le irritaba que se sacrificase a los dioses en demanda de salud y, en el curso del sacrificio, se celebrara un festín perjudicial a la salud misma. Se sorprendía de que los esclavos, viendo a sus dueños devorar manjares sin tregua, no les sustrajeran algunos.” 

“Elogiaba a los que, a punto de casarse, se echaban atrás; a los que, yendo a emprender una travesía marítima, renunciaban al final; a los que proyectaban vivir junto a los poderosos, pero renunciaban a ello.” 

“Decía imitar el ejemplo de los maestros de canto coral, quienes exageran la nota para que los demás den el tono justo.” 

“En otra ocasión, gritó: « ¡Hombres a mí!» Al acudir una gran multitud les despachó golpeándolos con el bastón: «Hombres he dicho, no basura».” 


Su mendicidad


“Estaba en una ocasión pidiendo limosna a una estatua. Preguntándole por qué lo hacía, contestó: «Me ejercito en fracasar.» Para mendigar –lo que hacía a causa de su pobreza- usaba la fórmula: «Si ya has dado a alguien, dame también a mí; si no, empieza conmigo.»” 

“« ¿Por qué –se le preguntó- la gente da dinero a los mendigos y no a los filósofos?» «Porque –repuso- piensan que, algún día, pueden llegar a ser inválidos o ciegos, pero filósofos, jamás.»” 

“Pedía limosna a un individuo de mal carácter. Este le dijo: «Te daré, si logras convencerme.» «Si yo fuera capaz de persuadirte –contestó Diógenes- te persuadiría para que te ahorcaras».” 

“En un banquete algunos le echaron huesos, como si fuera un perro: Diógenes, comportándose como un perro, orinó allí mismo” 



La mejor para mi

Alejandro encontró al filosofo mirando atentamente una pila de huesos humanos. Diógenes dijo: “Estoy buscando los huesos de tu padre pero no puedo distinguirlos de los de un esclavo”. 


miércoles, 15 de agosto de 2012

MUNDO MUNDILLO

Tenía en mi pupitre desde niño
colocada una esfera de madera;
la consagraba mi mayor cariño,
y, gracias a la esfera,
manejaba a mi ley la tierra entera.
Hice largos viajes,
tocando con el dedo los parajes
en la esfera marcados;
y de los pueblos más civilizados

pasaba a los antípodas salvajes.
A veces hecho un bobo,
dije: ¡Soy Dios de este pequeño globo!
Después reflexioné meditabundo,
que toda aspiración es sueño vano:
si Dios, cual yo la esfera, coge al mundo,
y lo pone en la palma de la mano,
el mundo es más pequeño que un gusano.
Un día que pasé la noche entera
trabaja que trabaja,
en estas reflexiones de chiquillo,
arranqué A París con la navaja,
y me metí a  París en un bolsillo.
otra noche también, llamando al sueño,
di vueltas a la imagen de la tierra.
La mirada  fijé sobre  Inglaterra,
y dije viendo a Londres: ¡Qué pequeño!!!
y tomándolo a broma,
levantaba la esfera con la mano
y me iba conveciendo de este axioma:
¡El mundo es más pequeño que un gusano!
Cansado de jugar de esta manera,
harto de recorrer la tierra entera
y terco en someterla a mi albedrío,
un día la empuñé con mucho brío,
dije: ¡ECCO IL MONDO! Y destrocé la esfera.

Y si yo fuera Dios y el mundo fuera
la esfera de madera,
¡Mi palabra de honor, que la rompiera!
Rubén Darío

NOMBRES RAROS LONDRES 2012.


1. Athanasia PerraLo bueno es que esta chica es de origen griego y por lo tanto, a ella su apellido relacionado con el nombre de un animal no le parece un insulto.
Athanasia tiene 29 años de edad y participó en la competencia de triple salto, en donde quedó en el último lugar de la ronda clasificatoria, lo cual la privó de participar en la final.
Perra estuvo presente en las dos ediciones de Juegos Olímpicos anteriores a Londres 2012 y su mejor resultado fue en los Juegos Mediterráneos de 2009, en donde obtuvo medalla de oro.
2. Ao GaoEs una joven de 22 años de edad originaria de la República Popular de China y que forma parte del equipo femenino de waterpolo. El conjunto asiático fue eliminado en los cuartos de final ante Australia, por lo que se quedaron con las ganas de conseguir medalla.
Realmente el nombre de esta deportista es bastante raro e inusual, aunque lo curioso del caso es que tanto su nombre y apellido hace un juego de palabras muy simpático si pensamos el deporte que practica la chica. Seguramente no se ahogará nunca.
3. Kim Yoo SukEste hombre de 30 años de edad es un atleta surcoreano, cuya especialidad es el salto de pértiga. Estos han sido sus terceros Juegos Olímpicos, pues ya tuvo la oportunidad de competir en el 2004 y 2008.
Yoo Suk fue de los saltadores que quedó eliminado desde la primera ronda y por lo tanto, digamos que no robó cámara por sus destrezas deportivas, sino por su apellido, que hace referencia a una grosería en inglés.
4. Khalid AlibabaSeguro que en más de una ocasión has escuchado del personaje de Alí Babá, el protagonista del cuento "Alí Babá y los 40 ladrones", el cual es parte de la recopilación de historias árabes del Oriente Medio llamado "Las Mil y Una Noches".
Khalid no es precisamente el personaje principal de aquella narración, más bien es un nadador de Bahréin, de tan sólo 15 años, que participó en la prueba de los 100 metros mariposa y quien quedó eliminado en el primer hit, pues fue el competidor que más tiempo hizo, un minuto con cuatro segundos y cinco centésimas.
5. Patricia MamonaEs una competidora portuguesa en la prueba de triple salto, en donde también participó la griega Perra, por lo que en este evento sí que se dieron vuelo los más morbosos y mal pensados.
Mamona se quedó a unos cuantos milímetros de acceder a la ronda final y meterse en la pelea por las medallas, aunque los lusos tienen muchas esperanzas que esta joven dé la gran sorpresa en el próximo ciclo olímpico, pues ha obtenido varios triunfos a nivel nacional y en Europa.
6. Dong DongNo nos referimos al sonido que pudiera hacer cualquier timbre, sino a un joven chino de 21 años de edad que practica el salto de trampolín, una de las pruebas de reciente creación en la gimnasia.
Dong debutó en Olímpicos en su país hace cuatro años, en donde obtuvo medalla de bronce, y ahora en Londres logró convertirse en el campeón de dicha disciplina.
7. Yevgeny LagunovParece que por su apellido su destino estaba marcado. Este hombre originario de Rusia y de 26 años de edad, formó parte del equipo de natación de su país que participó en las pruebas de 4x100 y 4x200 estilo libre.
Lagunov y sus compañeros lograron medalla de bronce en la distancia más corta e irónicamente, no lograron su clasificación en la siguiente competencia.
8. Ivet LalovaLo único que esta atleta búlgara tiene parecido con su apellido es la fuerza, resistencia y velocidad para participar en las pruebas de atletismo de 100 y 200 metros planos.
Ivet llegó a Londres para disputar sus terceros Juegos y con el sueño de por fin alcanzar a meterse en el podio; desafortunadamente, no pudo meterse en la final de ninguna de las competencias.
9. Mariagnela PerrupatoTiene 23 años y forma parte del dueto italiano de nado sincronizado que hasta el último momento estuvo peleando por ganar una medalla, las cuales finalmente se repartieron rusas, españolas y chinas.
Mariagnela, quien practica un deporte acuático, seguramente no tiene ningún problema para mantenerse a flote en una alberca y más por su apellido que recuerda a dos especies del reino animal que son excelentes nadadores.
10. Saeid MohammadpourkarkaraghEste hombre que compitió en halterofilia es quien se lleva el premio al deportista con el nombre más extraño que se dio cita en Londres 2012.
Saeid es un chico de 19 años de edad y originario de Irán; participó en la prueba de levantamiento de pesas, dentro de la categoría de los 94 kilogramos y para ser su primera experiencia en olímpicos no estuvo nada mal, pues obtuvo el quinto lugar general.
  

lunes, 13 de agosto de 2012

ALGUNOS EPITAFIOS FAMOSOS.

 La La de Salvatore (Frank) Capone famoso gangster hermano de Al Capone. Su funeral fue fastuoso con más de $20,000 en arreglos florales. Sin embargo el epitafio en su tumba es de inseguridad y confusión de lo que ocurrirá con su vida partir de su muerte. Dice su epitafio ” My Jesus, mercy” – “Mi Jesús, (ten) misericordia”.


Imagen cortesía de Roger Pérez

De acuerdo a la leyenda, Dolores Rondón, bellísima mulata, sólo tenía ojos para hombres de familias pudientes y acomodadas, quienes le prometían villas y castillos. Un pobre poeta, de profesión barbero, la pretendió por más de dos años, pero siempre fue rechazado por la vanidosa Dolores, quien a temprana edad enferma de viruelas y muere. 
El poeta de marras compuso (¿qué pasaría por su alma cuando escribió el texto?) y mandó grabar en una lápida el famoso epitafio, tema de amena discusión camagüeyanas. 





Epitafio de Lord Byron para su perro Botswain:
Aquí reposan los restos de un ser que poseyó la belleza sin la vanidad,
la fuerza sin la insolencia, el valor sin la ferocidad
y todas las virtudes de un hombre sin sus vicios




Si no viví más, fue por que no me dió tiempo”
Marqués de Sade
Aquí sigue descansando el que nunca trabajó.
P. Melich
“Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo”.
Miguel de Unamuno
“Desde aquí no se me ocurre ninguna fuga”.
Johann Sebastian Bach
Un cilindro circunscrito a una esfera.
Arquímedes
“Aquí yace Molière el rey de los actores.
En estos momentos hace de muerto
y de verdad que lo hace bien.” de Molière para si mismo.
“Estuve borracho muchos años, después me morí”.
Francis Scott Fitzgerald
«No es que yo fuera superior. Es que los demás eran inferiores».
Orson Welles
Mel Blanc el actor que le prestaba su voz a Bugs Bunny- dice lo único que podía decir: “Eso es todo, amigos”
“Lo hizo a la manera difícil”.
Bette Davis.
“Volveré y seré millones”.
Tupak Katari, líder aimara. Lo dijo al ser descuartizado.
“Ya decía yo que ese médico no valía mucho.”
Miguel Mihura, escritor de comedias.
Pierda peso. Preguntarme cómo.”
Miguel Collantes.
” “RIP, RIP, ¡HURRA!” ” .
Epitafio de: Groucho Marx (a su suegra).
“Asesinado por un cobarde y traidor cuyo nombre no merece figurar aquí”.
Jesse James.
“Voy y Vuelvo”
Nicanor Parra, antipoeta chileno.
“Feo, fuerte y formal”.
John Wayne .

de José Martí a Simón Bolívar.




Discurso pronunciado en la velada de la Sociedad Literaria Hispanoamericana el 28 de octubre de 1893, y publicado en Patrta, Nueva York, el 4 de noviembre de 1893.

Bolívar
Óleo de Ricardo Acevedo Bernal, Quinta de Bolívar, Bogotá, Colombia
Señoras, señores:
Con la frente contrita de los americanos que no han podido entrar aún en América; con el sereno conocimiento del puesto y valer reales del gran caraqueño en la obra espontánea y múltiple de la emancipación americana; con el asombro y reverencia de quien ve aún ante sí, demandándole la cuota, a aquel que fue como el samán de sus llanuras, en la pompa y generosidad, y como los ríos que caen atormentados de las cumbres, y como los peñascos que viven ardiendo, con luz y fragor, de las entrañas de la tierra, traigo el homenaje infeliz de mis palabras, menos profundo y elocuente que el de mi silencio, al que desclavó del Cuzco el gonfalón de Pizarro. Por sobre tachas y cargos, por sobre la pasión del elogio y la del denuesto, por sobre las flaquezas mismas, ápice negro en el plumón del cóndor, de aquel príncipe de la libertad, surge radioso el hombre verdadero. Quema, y arroba. Pensar en él, asomarse a su vida, leerle una arenga, verlo deshecho y jadeante en una carta de amores, es como sentirse orlado de oro el pensamiento. Su ardor fue el de nuestra redención, su lenguaje fue el de nuestra naturaleza, su cúspide fue la de nuestro continente: su caída, para el corazón. Dícese Bolívar, y ya se ve delante el monte a que, más que la nieve, sirve el encapotado jinete de corona, ya el pantano en que se revuelven, con tres repúblicas en el morral, los libertadores que van a rematar la redención de un mundo. ¡Oh, no! En calma no se puede hablar de aquel que no vivió jamás en ella: ¡de Bolívar se puede hablar con una montaña por tribuna, o entre relámpagos y rayos, o con un manojo de pueblos libres en el puño y la tiranía descabezada a los pies...! Ni a la justa admiración ha de tenerse miedo, porque esté de moda continua en cierta especie de hombres el desamor de lo extraordinario; ni el deseo bajo del aplauso ha de ahogar con la palabra hinchada los decretos del juicio; ni hay palabra que diga el misterio y fulgor de aquella frente cuando en el desastre de Casacoima, en la fiebre de su cuerpo y la soledad de sus ejércitos huidos, vio claros, allá en la cresta de los Andes, los caminos por donde derramaría la libertad sobre las cuencas del Perú y Bolivia. Pero cuanto dijéramos, y aun lo excesivo, estaría bien en nuestros labios esta noche, porque cuantos nos reunimos hoy aquí, somos los hijos de su espada.
Ni la presencia de nuestras mujeres puede, por temor de parecerles enojoso, sofocar en los labios el tributo; porque ante las mujeres americanas se puede hablar sin miedo de la libertad. Mujer fue aquella hija de Juan de Mena, la brava paraguaya, que al saber que a su paisano Antequera lo ahorcaban por criollo, se quitó el luto del marido que vestía, y se puso de gala, porque «es día de celebrar aquel en que un hombre bueno muere gloriosamente por su patria»; —mujer fue la colombiana, de saya y cotón, que antes que los comuneros, arrancó en el Socorro el edicto de impuestos insolentes que sacó a pelear a veinte mil hombres; —mujer la de Arismendi, para la cual la mejor perla de la Margarita, que a quien la pasea presa por el terrado de donde la puede ver el esposo sitiador, dice, mientras el esposo riega de metralla la puerta del fuerte: «Jamás lograréis de mí que le aconseje faltar a sus deberes»; —mujer aquella soberana Pola, que armó a su novio para que se fuese a pelear, y cayó en el patíbulo junto a él; —mujer Mercedes Abrego de trenzas hermosas, a quien cortaron la cabeza porque bordó, de su oro más fino, el uniforme del Libertador; —mujeres lo que el piadoso Bolívar llevaba a la grupa, fieras indómitas de sus soldados, cuando a pechos juntos vadeaban los hombres el agua enfurecida por donde iba la redención a Boyacá, y de los montes andinos, siglos de la naturaleza, bajaban torvos y despedazados los torrentes.
Hombre fue aquel en realidad extraordinario. Vivió como entre llamas, y lo era. Ama, y lo que dice es como florón de fuego. Amigo, se le muere el hombre honrado a quien quería, y manda que todo cese a su alrededor. Enclenque, en lo que anda el posta más ligero barre con un ejército naciente todo lo que hay de Tenerife a Cúcuta. Pelea, y en lo más afligido del combate, cuando se le vuelven suplicantes todos los ojos, manda que le desensillen el caballo. Escribe, y es como cuando en lo alto de una cordillera se coge y cierra de súbito la tormenta, y es bruma y lobreguez el valle todo; y atajos abre la luz celeste la cerrazón, y cuelgan de un lado y otro las nubes por los picos, mientras en lo hondo luce el valle fresco con el primor de todos sus colores. Como los montes era él ancho en la base, con las raíces en las del mundo, y por la cumbre enhiesto y afilado, como para penetrar mejor en el cielo rebelde. Se le ve golpeando, con el sable de puño de oro, en las puertas de la gloria. Cree en el cielo, en los dioses, en los inmortales, en el dios de Colombia, en el genio de América, y en su destino. Su gloria lo circunda, inflama y arrebata. Vencer ¿no es el sello de la divinidad? ¿vencer a los hombres, a los ríos hinchados, a los volcanes, a los siglos, a la naturaleza? Siglos, ¿cómo los desharía si no pudiera hacerlos? ¿no desata razas, no desencanta el continente, no evoca pueblos, no ha recorrido con las banderas de la redención más mundo que ningún conquistador con las de la tiranía, no habla desde el Chimborazo con la eternidad y tiene a sus plantas en el Potosí, bajo el pabellón de Colombia picado de cóndores, una de las obras más bárbaras y tenaces de la historia humana? ¿no le acatan las ciudades, y los poderes de esta vida, y los émulos enamorados o sumisos, y los genios del orbe nuevo, y las hermosuras? Como el sol llega a creerse, por lo que deshiela y fecunda, y por lo que ilumina y abrasa. Hay senado en el cielo, y él será, sin duda, de él. Ya ve el mundo allá arriba, áureo de sol cuajado, y los asientos de la roca de la creación, y el piso de las nubes, y el techo de centellas que le recuerden, en el cruzarse y chispear, los reflejos del mediodía de Apure en los rejones de sus lanzas; y descienden de aquella altura, como dispensación paterna, la dicha y el orden sobre los humanos. — ¡Y no es así el mundo, sino suma de la divinidad que asciende ensangrentada y dolorosa del sacrificio y prueba de los hombres todos! Y muere él en Santa Marta del trastorno y horror de ver hecho pedazos aquel astro suyo que creyó inmortal, en su error de confundir la gloria de ser útil, que sin cesar le crece, y es divina de veras, y corona que nadie arranca de las sienes, con el mero accidente del poder humano, merced y encargo casi siempre impuro de los que sin mérito u osadía lo anhelan para sí, o estéril triunfo de un bando sobre otro, o fiel inseguro de los intereses y pasiones, que solo recae en el genio o la virtud en los instantes de suma angustia o pasajero pudor en que los pueblos, enternecidos por el peligro, aclaman la idea o desinterés por donde vislumbran su rescate. ¡Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está él calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!
América hervía, a principios del siglo, y él fue como su horno. Aún cabecea y fermenta, como los gusanos bajo la costra de las viejas raíces, la América de entonces, larva enorme y confusa. Bajo las sotanas de los canónigos y en la mente de los viajeros próceres venía de Francia y de Norteamérica el libro revolucionario, a avivar el descontento del criollo de decoro y letras, mandado desde allende a horca y tributo; y esta revolución de lo alto, más la levadura rebelde y en cierto modo democrática del español segundón y desheredado, iba a la par creciendo, con la cólera baja, la del gaucho y el roto y el cholo y el llanero, todos tocados en su punto de hombre: en el sordo oleaje, surcado de lágrimas el rostro inerme, vagaban con el consuelo de la guerra por el bosque las majadas de indígenas, como fuegos errantes sobre una colosal sepultura. La independencia de América venía de un siglo atrás sangrando: — ¡ni de Rousseau ni de Washington viene nuestra América, sino de sí misma! — Así, en las noches amorosas de su jardín solariego de San Jacinto, o por las riberas de aquel pintado Anauco por donde guio tal vez los pies menudos de la esposa que se le murió en flor, vería Bolívar, con el puño al corazón, la procesión terrible de los precursores de la independencia de América: ¡van y vienen los muertos por el aire, y no reposan hasta que no está su obra satisfecha! Él vio, sin duda, en el crepúsculo del Ávila el séquito cruento...
Pasa Antequera, el del Paraguay, el primero de todos, alzando de sobre su cuello rebanado la cabeza: la familia entera del pobre inca pasa, muerta a los ojos de su padre atado, y recogiendo los cuartos de su cuerpo: pasa Túpac Amaru: el rey de los mestizos de Venezuela viene luego, desvanecido por el aire, como un fantasma: dormido en su sangre va después Salinas, y Quiroga muerto sobre su plato de comer, y Morales como viva carnicería, porque en la cárcel de Quito amaban a su patria; sin casa adonde volver, porque se la regaron de sal, sigue León, moribundo en la cueva: en garfios van los miembros de José España, que murió sonriendo en la horca, y va humeando el tronco de Galán, quemado ante el patíbulo: y Berbeo pasa, más muerto que ninguno —aunque de miedo a sus comuneros lo dejó el verdugo vivo—, porque para quien conoció la dicha de pelear por el honor de su país, no hay muerte mayor que estar en pie mientras dura la vergüenza patria: ¡y, de esta alma india y mestiza y blanca hecha una llama sola, se envolvió en ella el héroe, y en la constancia y la intrepidez con ella; en la hermandad de la aspiración común juntó al calor de la gloria, los compuestos desemejantes; anuló o enfrenó émulos, pasó el páramo y revolvió montes, fue regando de repúblicas la artesa de los Andes, y cuando detuvo la carrera, porque la revolución argentina oponía su trama colectiva y democrática al ímpetu boliviano, ¡catorce generales españoles acurrucados en el cerro de Ayacucho, se desceñían la espada de España!
De las palmas de las costas, puestas allí como para entonar canto perenne al héroe, sube la tierra, por tramos de plata y oro, a las copiosas planicies que acuchilló de sangre la revolución americana; y el cielo ha visto pocas veces escenas más hermosas, porque jamás movió a tantos pechos la determinación de ser libres, ni tuvieron teatro de más natural grandeza, ni el alma de un continente entró tan de lleno en la de un hombre. El cielo mismo parece haber sido actor, porque eran dignas de él, en aquellas batallas: ¡parece que los héroes todos de la libertad, y los mártires todos de toda la tierra, poblaban apiñados aquella bóveda hermosa, y cubrían, como gigante égida, el aprieto donde pujaban nuestras armas o huían despavoridos por el cielo injusto, cuando la pelea nos negaba su favor! El cielo mismo debía, en verdad, detenerse a ver tanta hermosura: —de las eternas nieves, ruedan, desmontadas, las aguas portentosas: como menuda cabellera, o crespo vellón, visten las negras abras árboles seculares; las ruinas de los templos indios velan sobre el desierto de los lagos: por entre la bruma de los valles asoman las recias torres de la catedral española: los cráteres humean, y se ven las entrañas del universo por la boca del volcán descabezado: ¡y a la vez, por los rincones todos de la tierra, los americanos están peleando por la libertad! Unos cabalgan por el llano y caen al choque enemigo como luces que se apagan, en el montón de sus monturas; otros, rienda al diente, nadan, con la banderola a flor de agua, por el río crecido; otros, como selva que echa a andar, vienen costilla a costilla, con las lanzas por sobre las cabezas; otros trepan un volcán, y le clavan en el belfo encendido la bandera libertadora. ¡Pero ninguno es más bello que un hombre de frente montuosa, de mirada que le ha comido el rostro, de capa que le aletea sobre el potro volador, de busto inmóvil en la lluvia del fuego o la tormenta, de espada a cuya luz vencen cinco naciones! Enfrena su retinto, desmadejado el cabello en la tempestad del triunfo, y ve pasar, entre la muchedumbre que le ha ayudado a echar atrás la tiranía, el gorro frigio de Ribas, el caballo dócil deSucre, la cabeza rizada de Piar, el dolmán rojo de Páez, el látigo desflecado de Córdoba, o el cadáver del coronel que sus soldados se llevan envuelto en la bandera. Yérguese en el estribo, suspenso como la naturaleza, a ver a Páez en las Queseras dar las caras con su puñado de lanceros, y a vuelo de caballo, plegándose y abriéndose, acorralar en el polvo y la tiniebla al hormiguero enemigo. ¡Mira, húmedos los ojos, el ejército de gala, antes de la batalla de Carabobo, al aire colores y divisas, los pabellones viejos cerrados por un muro vivo, las músicas todas sueltas a la vez, el sol en el acero alegre, y en todo el campamento el júbilo misterioso de la casa en que va a nacer un hijo! ¡Y más bello que nunca fue en Junín, envuelto entre las sombras de la noche, mientras que en pálido silencio se astillan contra el brazo triunfante de América las últimas lanza españolas!
... Y luego, poco tiempo después, desencajado, el pelo hundido por las sienes enjutas, la mano seca como echando atrás el mundo, el héroe dice en su cama de morir: «¡José! ¡José! vámonos, que de aquí nos echan: ¿adónde iremos?». Su gobierno nada más se había venido abajo, pero él acaso creyó que lo que se derrumbaba era la república; acaso, como que de él se dejaron domar, mientras duró el encanto de la independencia, los recelos y personas locales, paró en desconocer, o dar por nulas o menores, estas fuerzas de realidad que reaparecían después del triunfo: acaso, temeroso de que las aspiraciones rivales le decorasen los pueblos recién nacidos, buscó en la sujeción, odiosa al hombre, el equilibrio político, solo constante cuando se fía a la expansión, infalible en un régimen de justicia, y más firme cuanto más desatada. Acaso, en su sueño de gloria, para la América y para sí, no vio que la unidad de espíritu, indispensable a la salvación y dicha de nuestros pueblos americanos, padecía, más que se ayudaba, con su unión en formas teóricas y artificiales que no se acomodaban sobre el seguro de la realidad: acaso el genio previsor que proclamó que la salvación de nuestra América está en la acción una y compacta de sus repúblicas, en cuanto a sus relaciones con el mundo y al sentido y conjunto de su porvenir, no pudo, por no tenerla en el redaño, ni venirle del hábito ni de la casta, conocer la fuerza moderadora del alma popular, de la pelea de todos en abierta lid, que salva, sin más ley que la libertad verdadera, a las repúblicas: erró acaso el padre angustiado en el instante supremo de los creadores políticos, cuando un deber les aconseja ceder a nuevo mando su creación, porque el título de usurpador no la desluzca o ponga en riesgo, y otro deber, tal vez en el misterio de su idea creadora superior, les mueve a arrostrar por ella hasta la deshonra de ser tenidos por usurpadores.
¡Y eran las hijas de su corazón, aquellas que sin él se desangraban en lucha infausta y lenta, aquellas que por su magnanimidad y tesón vinieron a la vida, las que le tomaban de las manos, como que de ellas era la sangre y el porvenir, el poder de regirse conforme a sus pueblos y necesidades! ¡Y desaparecería la conjunción, más larga que la de los astros del cielo, de América y Bolívar para la obra de la independencia, y se revelaba el desacuerdo patente entre Bolívar, empeñado en unir bajo un gobierno central y distante los países de la revolución, y la revolución americana, nacida, con múltiples cabezas, del ansia del gobierno local y con la gente de la casa propia! «José! José! vámonos, que de aquí nos echan: ¿adónde iremos?»...
¿Adónde irá Bolívar? ¡Al respeto del mundo y a la ternura de los americanos! ¡A esta casa amorosa, donde cada hombre le debe el goce ardiente de sentirse como en brazos de los suyos en los de todo hijo de América, y cada mujer recuerda enamorada a aquel que se apeó siempre del caballo de la gloria para agradecer una corona o una flor a la hermosura! ¡A la justicia de los pueblos, que por el error posible de las formas, impacientes, o personales, sabrán ver el empuje que con ellas mismas, como de mano potente en lava blanda, dio Bolívar a las ideas madres de América! ¿Adónde irá Bolívar? ¡Al brazo de los hombres para que defiendan de la nueva codicia, y del terco espíritu viejo, la tierra donde será más dichosa y bella la humanidad! ¡A los pueblos callados, como un beso de padre! ¡A los hombres del rincón y de lo transitorio, a las panzas aldeanas y los cómodos harpagones, para que, en la hoguera que fue aquella existencia, vean la hermandad indispensable al continente y los peligros y la grandeza del porvenir americano! ¿Adónde irá Bolívar?... Ya el último virrey de España yacía con cinco heridas, iban los tres siglos atados a la cola del caballo llanero, y con la casaca de la victoria y el elástico de lujo venía al paso el Libertador, entre el ejército, como de baile, y al balcón de los cerros asomado el gentío, y corno flores en jarrón, saliéndose por las cuchillas de las lomas, los mazos de banderas. El Potosí aparece al fin, roído y ensangrentado: los cinco pabellones de los pueblos nuevos, con verdaderas llamas, flameaban en la cúspide de la América resucitada: estallan los morteros a anunciar al héroe —y sobre las cabezas descubiertas de respeto y espanto, rodó por largo tiempo el estampido con que de cumbre en cumbre respondían, saludándolo, los montes. ¡Así de hijo en hijo, mientras la América viva, el eco de su nombre resonará en lo más viril y honrado de nuestras entrañas!

miércoles, 8 de agosto de 2012

ORACIÓN A LA MORINGA.


MORINGA nuestra
que estás en el monte
tan nutritivo suena tu Nombre;
venga a mi plato tus hojas
hágase también una infusión
tanto para la comida como para la cena.

Danos hoy el bochinche de cada día
perdona a quien no te come
asi como también nosotros perdonamos 
a los que NO nos creen.
no nos dejes caer en PANTEÓN
y líbranos del BISTEC.

Amén
 






martes, 7 de agosto de 2012

ALGUNAS DE LA REPRESAS MAS IMPRESIONANTES DEL MUNDO.













































Los momentos más dificiles de las olimpiadas Londres 2012


1. Confusión con las banderas de Corea del Norte y Corea del Sur. El futbol es la prueba con la que se abren las Olimpiadas. El miércoles 25 de julio se llevó a cabo el partido entre la selección femenil de Colombia y su similar Corea del Norte, mismo que estuvo a punto de suspenderse.
Resulta ser que previo al arranque del juego, en las pantallas del estadio Hampden Park se proyectaron las imágenes de las jugadoras de ambos equipos que estarían en el once inicial. Cuando tocó el turno de las asiáticas, las futbolistas aparecieron al lado de la bandera de Corea del Sur, un hecho que los norcoreanos tacharon como un “fallo premeditado”.
Corea del Norte, indignado, amenazó con no jugar el partido. Los miembros del comité de organización pidieron disculpas, a las cuales accedieron a cambio de que su bandera apareciera en ambos extremos del campo, cuando uno le pertenecía a la escuadra cafetalera, quienes para ahorrarse problemas, accedieron a la petición del rival. Corea del Norte terminó ganando el partido 2-0.
2. Uniformes egipcios piratas. La semana pasada, el presidente del Comité Olímpico Egipcio, el general Mahmoud Ahmed Ali, reconoció públicamente que la delegación de atletas que participaría en Londres competirían con uniformes pirata, pues por costos, contrataron a una distribuidora china que les entregó prendas marcadas con las marcas Nike y Adidas, cuando realmente no lo eran, publica expoknews.com.
En un principio, a la empresa de la “palomita” le molestó mucho esta situación, aunque finalmente decidieron apoyar a esta delegación perteneciente al continente africano, dotando de uniformes a todos los atletas de dicho país, sin costo alguno… ¡Buen detalle!
3. Error que casi le cuesta la medalla a Japón. El equipo varonil de gimnasia de la República Popular China revalidó su título de máximo monarca de este deporte obtenido hace cuatro años, triunfo que se vio opacado por la disputa de las medallas de plata y bronce.
Resulta ser que cuando se dieron a conocer los resultados finales, China aparecía en el primer lugar, seguido de Gran Bretaña y Ucrania. El conjunto japonés se acercó a la mesa de los jueces para pedir revisión de los últimos resultados, pues había algunos errores. Efectivamente, Japón tenía la medalla de plata y los locales bronce, quedando fuera del podio los ucranianos.
4. Los expulsados por racistas. La griega Paraskevi Papachristou, quien participaría en la prueba de atletismo de triple salto, causó baja de su delegación, luego de que vertiera algunos comentarios racistas en su cuenta de Twitter.
“Con tantos africanos en Grecia… ¡¡¡al menos los mosquitos del Nilo tendrán comida casera!!!”, fue lo que Papachristou escribió. Isidoros Kouvelos, jefe de la delegación de ese país, decidió darla de baja de la competencia, al no respetar uno de los valores fundamentales del olimpismo, el respeto a los demás.
Otro que recibió el mismo castigo fue el futbolista suizo Michel Morganella, quien también por Twitter, insultó a otros participantes. “He destrozado a todos los coreanos. Idos al demonio, pandilla de retrasados”, fue el comentario que hizo el defensa, luego de que su selección cayera 2-1 frente al cuadro asiático.
5. Entrenador expulsado porque se le pasaron las copas. Jae Cheol, entrenador del equipo de vela de Corea del Sur, también fue obligado a abandonar Londres, ya que incurrió en una falta considerada por los dirigentes como grave.
Al parecer, Cheol bebió de más en la fiesta de bienvenida de las olimpiadas; se le ocurrió conducir en dicho estado hasta la villa olímpica y en el camino fue interceptado por la policía, quienes se dieron cuenta del estado de ebriedad en el que manejaba.
Jae fue multado con 340 libras y también no podrá conducir en todo el Reino Unido durante un año y medio; además, las autoridades deportivas de su país optaron por regresarlo a su casa, tras protagonizar tan penoso incidente.
6. Judoca que rompe su medalla. El brasileño Felipe Kitadai obtuvo medalla de bronce en la prueba de judo, categoría de 60 kilogramos. El deportista estaba tan feliz por su triunfo que cargaba con su metal por todos lados.
Kitadai se metió a bañar y se le olvidó descolgar la presea de su cuello y en un intento por protegerla del agua, el cordón se rompió y la medalla cayó al suelo, sufriendo una pequeña abolladura. El atleta y su delegación pedirá otra presea al Comité Olímpico Internacional.
7. Falta de público, por lo que llenan con soldados las gradas. Durante estos primeros días de competencia, hemos podido ver decenas de gradas vacías, tanto en el complejo acuático, así como en otros estadios y gimnasios, un hecho que ha causado indignación entre el público que desde hace varios meses intentó conseguir un boleto y que no pudieron adquirir porque supuestamente todas las localidades ya se habían vendido.
Ante los acontecimientos del pasado fin de semana, en donde se observaron diversos asientos sin dueño, el comité organizador dijo que ya investiga el caso y que incluso, la policía de Londres ya arrestó a más de una docena de personas, quienes supuestamente eran revendedores de entradas.
8. Esgrimista que lloró casi una hora. La esgrimista surcoreana Shin A Lam decidió sentarse en la pista a llorar por más de una hora, luego de que una decisión arbitral la marginara de la ronda de semifinales.
Resulta ser que el duelo que disputó frente a la alemana Britta Hedimann iba empatado a cinco, quedando sólo un segundo en el cronómetro. Algo extraño sucedió que los jueces dieron un par de segundos más al final, en donde la contrincante pudo conectar un toque que fue el que hizo la diferencia.
Ante esta injusticia, A Lam se sentó a llorar en la pista, pues sabía que si se retiraba, estaba aceptando su derrota. Finalmente, no pudo hacer nada y se revalidó el triunfo de la alemana Hedimann.
9. Apuestas. El irlandés Peter O’Leary, de 28 años de edad, es co equipoero de David Burrows y ambos compiten en la prueba de vela, clase star. Son considerados favoritos para llevarse alguna de las tres medallas.
Sin embargo, en caso de que llegara la victoria, ésta se vería opacada, ya que el Comité Olímpico Internacional ha decidido abrir una investigación en contra de O’Leary, de quien se sospecha, realizó una serie de apuestas en contra de sí mismo en el ciclo olímpico pasado. En caso de ser hallado culpable, el velerista sería descalificado de Londres.
10. Dopaje nadadora china. Quien se está convirtiendo en la gran revelación de estas Olimpiadas es la nadadora china Ye Shiwen, quien con tan sólo 16 años de edad, ha roto todo pronóstico, coronándose como absoluta ganadora en las pruebas de 400 metros libres y 200 metros mariposa, imponiendo también récords mundiales y olímpicos.
Shiwen se llevó la medalla de oro en los 400 metros al conseguir un tiempo de cuatro minutos, 31 segundos y 73 centésimas, un hecho que ha desatado la polémica sobre un posible dopaje de parte de la competidora, quien logró nadar los últimos 50 metros más rápido que cualquiera de los caballeros que están compitiendo.
“No hay dopaje alguno, el equipo chino tiene unas políticas antidopaje muy estrictas. Desde niños hemos entrenado de forma científica, así que no es difícil para mí”, comentó la joven promesa de la natación china, tras las acusaciones.