Escrito por: Hipólito Mejía (Candidato presidencial del PRD)
Una de mis pasiones, además de mi familia y la política, es el campo. Vivo soñando con un sector agropecuario con recursos tecnológicos de primera, con investigaciones permanentes y apoyo financiero para producir alimentos, hortalizas y frutales de consumo local y de exportación, además del necesario desarrollo avícola y ganadero, complemento imprescindible para cualquier país interesado en generar divisas y producir riquezas.
Mientras unos cuantos piensan que es posible convertir a la República Dominicana en un país productor y exportador de software y productos de inteligencia artificial, sin invertir lo necesario en educación y energía, yo pienso que hace falta que invirtamos los millones de tareas de tierra ociosa a producir, explotando intensivamente la capacidad de la mano de obra agrícola, utilizando a los técnicos del sector, creando las condiciones para que haya un verdadero y eficiente crédito agrícola, y que ganemos compitiendo con exportaciones de calidad, generando divisas y aprovechando al máximo los acuerdos de libre comercio que tenemos con Centroamérica y Estados Unidos, además de los otros acuerdos de características similares que hemos firmado con los países de la Unión Europea y Canadá.
Son dos visiones diferentes. Creo que hoy día, en las condiciones económicas, educativas y culturales del país, hay que utilizar la mano de obra ociosa del campo, incrementar el empleo productivo, facilitar las condiciones para que las tierras estatales, que están siendo saqueadas durante los últimos siete años de gobierno del PLD, se recuperen y se pongan a producir. Con esta sola medida reduciremos la fuerte migración que va dejando a los campos vacíos, bajamos el empleo informal y por cuenta propia que hoy representa el 57% del empleo en el país, y le ponemos un freno a la creciente delincuencia y arrabalización de los centros urbanos.
Es en este contexto que he hablado de lo que está ocurriendo en el campo. Llevo años diciendo lo mismo, repitiendo lo que he conversado con productores agropecuarios de todo el territorio nacional con quienes hablo. No me resulta extraño lo que me cuentan, porque yo también soy productor agrícola. Veo la manera en que el gobierno del PLD ha manejado al sector productivo, lo ha expoliado y pisoteado, al tiempo que pinta un panorama en la prensa distinto, como que las autoridades se sacrifican “por el desarrollo” y que los productores están en la abundancia y la riqueza. Y eso es mentira. El campo está quebrado, los productores han sido quebrados, y los campesinos de los más apartados rincones del país son las víctimas más olvidadas y pateadas.
Esa “riqueza” inventada es de la que habla el candidato oficialista, que dice va a distribuir la riqueza “creada” por este gobierno. En 7 años este gobierno ha profundizado la miseria, se ha olvidado del campo, ha golpeado a los productores y con el padrinazgo del presidente, sus funcionarios y amigos han hundido a los productores nacionales con autorizaciones de importación que, cuando se analicen en detalles, se verá que han sido el crimen más vulgar y brutal contra los intereses de la República Dominicana.
Reconozco que la estrategia del oficialismo es magnificar, distorsionar o poner en mi boca lo que no he dicho para tratar de posicionarse en el electorado a costa de lo que ellos esperan sean “errores” que yo cometa. Y se equivocan y seguirán equivocándose. Tengo mis ideas bien claras sobre lo que el país necesita, sobre las expectativas que el pueblo ha depositado en mí y no cederé un ápice en mi forma de ser y de comunicarme, pero teniendo claridad en lo que digo.
Primero intentaron hacer una campaña con la mentira de que yo eliminaría la Tarjeta Solidaridad, y eso fue repetido por las bocinas que tienen medios de comunicación. Los funcionarios del gobierno lo repitieron también, incluyendo al vicepresidente y responsable de la política social del gobierno. Hablé claro sobre el tema, y el 19 de mayo de este año publiqué un artículo en El Caribe, titulado “La política social en la que creo y que pondré de nuevo en práctica”, para desnudar sus intenciones. Ellos lo han dicho y repetido: están obligados a realizar una campaña negativa contra mis aspiraciones, y estoy seguro que chocarán con la realidad de un país que se hartó del engaño de los comesolos.
Ahora vuelven a lo mismo, pero afirmando que yo he llamado a los agricultores a no pagar al Banco Agrícola y que prometí condonar las deudas del campo. Han teorizado muchísimo sobre esto, han reunido nombres de muchas aparentes asociaciones y han tratado de sembrar la idea de que yo conspiro contra la economía, contra el campo, contra el Banco Agrícola y contra la estabilidad y la riqueza que ellos han creado, y que el candidato oficialista dice que comenzará a distribuir cuando gane las elecciones.
La verdad es que este gobierno ha quebrado al campo dominicano, y de paso han hundido a los productores agropecuarios. Este gobierno ha dejado en la bancarrota al Banco Agrícola. Todos hemos sido testigos de las oraciones y plegarias del administrador de esa institución para que le aprueben una ley que le permita aumentar las recaudaciones con los depósitos de los alquileres. Cuando mi gobierno terminó en el 2004 el Banco Agrícola estaba saneado y aportando recursos al campo, con buenas tasas de interés y mejores condiciones que las actuales. Ahora se presta poco, precariamente, y a la gente del entorno del partido de gobierno.
Tal vez eso es lo que explica que a mayo del 2011 el 27% de la cartera total del Banco Agrícola está vencida, y que el nivel de morosidad en esa institución es de un 23%. El especialista financiero Alejandro Fernández acaba de decir que esto es 10 veces superior a la morosidad de la banca comercial, que es apenas de un 2.8%. La quiebra del campo es otra explicación probable, la incapacidad, la utilización del banco como botín para los depredadores y muchas otras explicaciones.
La deuda del gobierno con los arroceros, por ejemplo, no hay forma de que puedan cobrarla. Este gobierno no cumple sus compromisos, por más anuncios que haga. Los productores de cebolla, de habichuelas, de leche, de café, de pollo y carne son creadores de riqueza que han tenido que desertar del campo o sencillamente dejar la producción. Y lo hacen porque el gobierno tiene a unos cuantos aprovechados, con permisos de importación, que se ganan miles de millones de pesos con ese negocio. Y no les importa el campo, el productor ni el campesino. ¡Y me acusan a mi de atentar contra el campo!
Ya no es posible sembrar y tener la seguridad de que la cosecha tendrá mercado. Las importaciones procedentes de países con subsidios al campo han hundido la producción local. Ya es imposible pagar un seguro agropecuario. Estados Unidos y la Unión Europea destinan miles de millones de dólares y de euros a subsidiar su producción agropecuaria. Observen estos datos: sólo en el 2010 Estados Unidos destinó 290 mil millones de dólares para subsidiar su agricultura y la Unión Europea otros 167 mil millones de dólares para el conjunto de sus agricultores.
Solo hay que revisar las estadísticas para darse cuenta que el Ministerio de Agricultura se ha dedicado a cavar la fosa en la que se entierra cada día la producción nacional agropecuaria.
El país ha perdido la seguridad alimentaria. Ahora dependemos de las importaciones de productos agropecuarios que el gobierno autoriza a unos cuantos de sus amigos. Los tratados de libre comercio han sido un gran éxito para las naciones que han sabido aprovechar la producción agrícola y que la han estimulado, para la exportación y la generación de divisas. Aquí ha sido una tragedia para el campo.
Ante esa situación los campesinos que alguna vez recibieron préstamos han quedado atrapados. Las plagas, la competencia de productos de los mercados externos, la sobreabundancia de lluvia y la falta de mercados locales para canalizar la colocación de su producción, han dejado en la bancarrota a los productores. El Banco Agrícola, agobiado porque cada día tiene más dificultades para obtener recursos, porque el clientelismo se traga los pocos recursos, y ante el alto nivel de morosidad de su cartera de préstamos presiona hasta el cansancio a los agricultores, quienes no saben qué hacer. A ese drama es que estoy refiriéndome.
He escuchado estas quejas miles de veces. He oído el relato de este drama en todas las versiones y formas, traducido en quiebra familiar, en desorientación, conflictos legales, despojo de propiedades. Cuando llego a los lugares los productores me reclaman hacer algo ante el cuadro horrible que están sufriendo. Y he dicho y repetido que cuando llegue a la presidencia me comprometo a condonar esas deudas. Los productores agrícolas no pueden seguir produciendo, ni participar de la generación de riqueza con la soga al cuello que le ha impuesto un gobierno que no cree en el campo. Es injusto e inaceptable que un funcionario del Palacio Nacional importe más productos agropecuarios que lo que una zona productiva nacional puede producir, con mano de obra, técnicos, productos locales para mejorar la producción.
Y en estas circunstancias he recomendado que no paguen, porque nadie está obligado a lo imposible. Si los presionan, si los chantajean, si los que han llevado al productor del campo a la desesperación insisten en presionar por el pago, que no lo hagan, porque yo condonaré esas deudas. Para que esa gente recupere.
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